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NUESTRA MADRE FUNDADORA

Sor María Rosa de la Torre Guerrero, O.P


Vida de la Rvma. M. María Rosa de la Torre Guerrero O.P hasta antes de entrar al convento.


Nació el 3 de mayo de 1880 en Azcapotzalco, México D.F; siendo su padre el Sr. Dn. Santiago de la Torre, de sangre española, descendiente de los condes De la Torre de Burgos, Valle de Mena y Pueblo de Vivanco, recto y honrado caballero. Fue su madre la Sra. Luisa Guerrero de De la Torre, de Zamora Michoacán, México; señora de grandes virtudes e instrucción y talento; de la casa de los Marqueses Pérez Tejada, ambos esposos de buena posición social.



Izquierda: Sr Dn. Santiago de la Torre y la Sra. Doña Luisa Guerrero y Valdés de De la Torre, padres de la Rvma. Madre Fundadora Ma. Rosa de la Torre Guerrero O.P Derecha: La Rvma. M. Rosa de la Torre Guerrero O.P en brazos de su madre. 

La bonsadosa madre quiso, desde luego, regenerarla con las sagradas aguas del bautismo y, mientras Dn. Santiago, ilusionado con su carácter de padre, quemaba cohetes en la villa de Azcapotzalco en donde residía su familia y hacía preparativos para bautizarla, la cristianísima señora envolvía en blanquísima sabanita a la niña y sin aparato alguno, la hacía conducir a la pila bautismal en la Parroquia de San Pablo, Cd. de México, en donde recibía el nombre de Ana; nombre que se le puso por una promesa que, por consejo de un Padre Dominico, había hecho la abuela materna, en el sentido de que si Señora Santa Ana, a quien había encomendado graves asuntos económicos intercedía con Dios Nuestro.Señor para que se resolvieran favorablemente, la primera nieta suya llevaría ese nombre, como se le puso.

Fueron sus padrinos, su abuela materna Doña Soledad Valdéz de Guerrero y el Sr. Lic. Dn. Teófilo Fonseca, con quien estaba casada en segundas nupcias.

Al volver su padre, lleno de entusiasmo, con vinos y otros menesteres para bautizarla, oyó de labios de su esposa estas palabras: "Besa a tu hija que ya es cristiana". No se conserva su Certificado de Confirmación; pero fué su madrina la Srita. Victoria Querubín.

La buena madre manifestaba el deseo de que su hijita fuera religiosa y así sostenía piadosa contienda con su esposo quien decía: 

_"Tú deseas que sea religiosa porque no quieres a tu hija; pero yo me opondré"._Tú te opondrás, pero yo he de inculcárselo y será monjita y profesará en los Estados Unidos. Por tanto, no debe enseñarse a delicada, que no use gorrito y que juegue en el pastito como las niñas pobres, pero que esté muy limpia, esmeradamente limpia"



Muerte de su buena madre.

Todo sonreía en aquél hogar que esperaba ya un segundo vástago, cuando Dios quiso llevar para sí a la buena madre; había confesado ese día para comulgar el día 1º de diciembre pero un ataque le sorprendió a la media noche y cuando el Sacerdote y el Médico se presentaron ya había muerto y su pequeña hijita, que padecía entonces de tosferina, jugaba todavía con la trenza de su madre entre uno de aquellos accesos que produce esa enfermedad.

Vivían por aquél tiempo en la casa del Rancho de Acalotengo, Azcapotzalco,CDMEX, propiedad de la Sra. Soledad Valdéz, abuela materna de Anita, casada en segundas nupcias, como queda dicho, con el Lic. Dn. Teófilo Fonseca, al enviudar de su primer esposo, Dn. Francisco Guerrero de quien tuvo tres hijos: Luisa, madre de la M. Rosa, de quien venimos tratando; Guadalupe y Francisco Guerrero, a quienes supo dar la educación que correspondía a su alcurnia y de acuerdo con la más sólida piedad.

La noche de su muerte Doña Luisita llamó a su joven esposo diciéndole tener miedo y sentir junto a sí, el cuerpo frío de una ama de llaves llamada Lala, que poco antes había muerto, a lo que el señor le contestó: "Es Anita (su hijita) no tengas miedo".

La buena señora se puso a rezar, lo que no extrañó a su esposo, pues era muy piadosa; mas al oírla roncar, encendió la luz y vió que dos chiflones de sangre brotaban de la nariz; era el segundo ataque que la llevó a la eternidad; al presentarse su confesor el M.R.P Fr. Manuel Domingo Carrillo O.P, exclamó: _"Yo respondo de esta alma, ayer se confesó Luisita y era muy virtuosa". No se sabe si presintió su muerte; pero en su libro de misa y oraciones, en una de sus hojas se hallaron estas palabras escritas de su mano con la punta de una aguja o alfiler:

"Existencia dejo de Rosa pura...Dejo tierno botón a mi amargura"

Aquí empezó para la niñita otra vida, Nuestro Señor la había escogido para sufrir.


Ana de la Torre entra al convento

Se conserva el certificado médico: 

"El Médico Cirujano que suscribe certifica que la señorita Ana de la Torre padece actualmente de Anemia. Y a pedimento del interesado expido el presente en Azcapotzalco a treinta de septiembre de mil novecientos cinco".
                                       Octavio Velasco.

A Doña Elena recurrió Anita para ultimar los arreglos de su entrada al convento y ella, prudentemente, obtuvo de su padre el permiso definitivo; el cumplimiento de sus disposiciones acerca de su capital y por fin la realización del ideal de sus sueños.


Ana de la Torre días antes de su entrada al convento, tenía 15 años (La de vestido blanco)


Entrada al convento

Había suplicado a su padre que le permitiera entrar al Convento el día de Santa Rosa de Lima, 30 de agosto. Su padre le dijo que se iría, pero no el 30 de agosto sino el 30 de septiembre, y el 30 de septiembre de 1905 entró al Convento de Santa Catalina, de Madres Dominicas de Clausura, mientras podía pasar con las de enseñanza para fundar Colegios.


Entró al convento el 30 de septiembre de 1905.


Cuando la condujeron al convento toda la familia y amistades de la casa, Doña Elena se adelantó diciendo: _"Madre, le encargo mucho a mi hijita, es muy delicadita, pero es muy buena, no le dará disgustos ni trabajo porque es muy dócil y muy obediente, le aseguro que conmigo ya ha hecho su Noviciado"_
El cambio de vida le fue notablemente sensible, pero nunca retrocedió.
Por muy mortificada que viviera en su casa, había mucha diferencia con la vida del Convento.

Debía dormir en la tabla, pero como las Madres la amaban mucho quisieron aliviarla en la almohada, porque_"La niña es muy fina"_ decían; y le hicieron con todo esmero una, llena de recortitos de seda que si al principio era suave, al poco tiempo resultó más dura que un trozo de madera. Había un Niño Dios recostado sobre espinas con la inscripción: "Este es el lecho de mis castas esposas".
_"Sí, Niño Jesús, yo no estoy sobre espinas; pero me duelen los huesos con la dureza de la cama". 
Pasados ocho días la visitó su padre, Don Santiago. 

_"¿Estás contenta? ¿Te acomodas a esta vida?" 

_"Ni estoy contenta, ni cabe acomodarse; pero como no vine a estar cómodamente y las Madres son muy santas, me quedo. No vengas hasta dentro de quince días" 

No usaba cubiertos y al preguntarle: ¿Y, cómo tomas la carne?, 

_"Como gato"_ respondió con sencilla franqueza. 

Siendo postulante, debía ayudar a las Hermanas Leguitas al lavado de los trastos de la cocina. Quemaban leña y las cazuelas quedaban casi afelpadas por el humo; la naturaleza se horrorizó; pero la virtud pudo triunfar; se levantó las mangas, recogió todo el hollín que pudo y frotó con él la cara y los brazos. _"¿No quieren entrar las manos? pues entrarán también los brazos y la cara.  Visto por las Religiosas, admiraron mucho su valor para la virtud. 

La M.R.M (Muy Reverenda Madre) Sor María del Rosario León O.P, que era la Priora y Maestra de Novicias, desde los primeros días empezó a llamarla: "Mi rosa". Las religiosas entre sí se trataban de: "Su caridad" y por su sencillez de niña la llamaban "Angelito". 

Una de las veces que la visitó el M.R.P Fr. Constantino, ella le preguntó: _"Padre, por fin cómo me iré a llamar, Rosa, Angelito o Caridad". 

_"Hija, te llamarás Rosa de Santa María". 

Algunos días antes de la vestición del hábito le dieron a dobladillar el escapulario, le pareció demasiado ancho, ella era muy delgada, y sobre todo quería verse como los Padres Dominicos a quienes tanto amaba. Cortó el dobladillo del rededor y volvió a hacerle otro con lo que quedó reducido de tal manera, que espantada fué a participar a la M. Maestra la avería, temerosa de que no la aceptaran al Hábito. 

La historia de la Congregación viene a ser una misma cosa con la vida de nuestra fundadora, la Rvma. M. Sor María Rosa de la Torre O.P (de la Orden de Predicadores), pues a medida que fué desenvolviéndose la obra, el Señor va exigiendo el sacrificio de la madre Rosa.
La voluntad de Dios se había manifestado; pero ¿Cómo conseguir el permiso de su padre? 
Además del deseo de ser religiosa, tenía el de fundar Colegios, en donde las niñas recibieran el mismo bien que ella había recibido de las madres Josefinas.

Puso el asunto en manos del M.R.P (Muy Reverendo Padre) Constantino Álvarez O.P encargándole lo consultara con el M.R.P Vicario General Fr. Secundo Fernández O.P que se encontraba en México. Después de tan larga lucha entre castigos y cariño de familia, dispuso Nuestro Señor que le viniera una enfermedad; insistió el médicos en que si no se le permitía cumplir el deseo que tenía de ser religiosa, le costaría la vida; con lo que accedió su padre. Hizo que dejara hecho el arreglo de sus bienes, vendió una de sus casas de México para construir, en Azcapotzalco, la que había de ser para la fundación. 

Lucha antes de vestir el hábito.

Al salir de ejercicios para la vestición de hábito acostumbraban poner una mesa presidida por la Santísima Virgen María y todo el refectorio adornado con macetas y flores. En las mesas, blancos manteles y platitos de cristal con dulcecitos y pastas de almendra, jamoncillos, todo delicadamente confeccionado para las monjitas. Anita, que durante el tiempo de postulante había sido muy dichosa, la víspera de vestir el Santo Hábito se sintió súbitamente asaltada por una tentación casi invencible, de dejar el convento. Ese día todo le pareció feo.

Por más recados que envió a la M. Rosario para avisarle que se volvía a su familia, la M. Rosario no llegó, estaba entretenida en arreglar el refectorio para la hora de la cena. Al fin se presentó a recoger a las futuras novicias, sin dar tiempo a nada; pues habían dado el toque para la última meditación y después...al refectorio.



El día de su toma de hábito, al llegar a la mesa y contemplar la dulce mirada de la Virgen María, quedó estupefacta.



Anita no pudo manifestarse...pero al llegar a la mesa, contemplar la dulce mirada de la Sma. Virgen que era hermosísima; aquel esmerado conjunto de cosas, en sí tan humildes, tan sencillas, arregladas con un esmero que manifestaba claramente que un alma llena de Dios que es todo beldad y armonía, había movido las manos que imprimieron allí tanta belleza y dejaron el perfume de la virtud esparcido en todos y cada uno de aquellos objetos, quedó estupefacta; poseía el mismo espíritu, la misma alma, el mismo corazón que siempre había vibrado dulcemente al contacto de lo divinamente bello, de lo inefablemente impregnado de Dios.

Sus sentimientos, despertaron, su mente y su corazón irresistiblemente atraídos por lo divino, se movieron en una doble reacción de humildad y amor.

Contó después a la M. Rosario la batalla de aquella tarde, concluyendo: _"Al lado de la mesa, casi celestial, ¿qué representan los banquetes y fiestas de mi casa? Siempre me parecieron llenos de fastidio y vanidad, y ahora me parecen despreciables, más que nunca"._


Noviciado


Le visitió el santo hábito el M.R. P Fr. Antonino Martínez O.P Visitador del P. Provincial de España, que estaba en México, el día 23 de enero de 1906, dándole el nombre de Rosa de Santa María.

Queriendo probarla, la M. Superiora la llamó para que la ayudara a preparar unos dulces y mientras el agua hervía, la mandaba sacar los membrillos con la mano y pelarlos; comentaba después:

_"¡Qué niña tan templada!, no se queja"

Quedaba sola en el Noviciado y su corazón desbordaba de alegría por hallarse en la casa del Señor; una vez se puso a chiflar, llegó la M. Maestra, preguntando: _"¿Habrá entrado por aquí un soldado?"

_"¡Cómo!...¿pues qué aquí entran hombres?...repuso Sor Rosa

_"Es que he oído chiflar"...

_"Ah, no se asuste Madrecita, quien chiflaba era yo"."No tenga cuidado si no se vale hacer eso, no lo haré más"

Novicias en clase


Tenía toda la ingenuidad y sencillez de una niña; y la alegría que se había ahogado en su pecho durante los años de deseo no cumplido, se desbordaba ahora a torrentes de todo su ser en rededor suyo.

En los recreos era la alegría de la Comunidad, la amaban todas...ya les cantaba, ya bailaba la jota de rodillas.

A los tres meses enfermó de tifo, que entonces era enfermedad de muerte, ya que no se contaba con los actuales adelantos de la medicina.

Según propio testimonio de las Religiosas que tan cariñosamente la asistieron, estuvo muy grave. Se sintió en la otra vida y volvió en sí diciendo: _"Ay...¿pues ya estoy otra vez aquí? Contestó la M. R. M Rosario León _"Sí, mi Rosa tiene que trabajar mucho para la gloria de Dios".

Entre tanto, se abrían los cimientos de la casa para la Fundación, que es la que actualmente ocupa la Comunidad.

ESPIRITUALIDAD DE LA MADRE MARÍA ROSA DE LA TORRE GUERRERO O.P

Qué representaría para nadie y sobre todo para un criterio cristiano, y más aún para sus hijas de mañana, una larga serie de fechas y de hechos, quizá interesantes, si no pasaran de letra muerta y no encerraran lecciones vivas y prácticas de virtudes tanto más sobrenaturales y divinas, cuanto obradas de una manera completamente natural?




Si todo cristiano debe aspirar a la perfección, _"Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre, que está en los cielos"_, parece que Dios se complace en perfeccionar secretamente a las almas que escoge para que le ayuden a perfeccionar a otras almas en la vida religiosa.

Y Dios no emplea, ordinariamente, otros medios de perfeccionamiento que la participación amorosa de su vida y de su cruz: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz todos los días y sígame" (Sn. Lc. 9,23)

Los sujetos se suceden sin interrupción y los nombres cambian, pero la historia se repite. La grandeza de las almas consistirá siempre en la virtud; y una vida santa será siempre una irradiación de virtudes, a la sombra de la cruz de Cristo.

Es eso, la virtud bajo sus diversos aspectos, lo que queremos descubrir e imitar en la vida de la que en la pila bautismal recibió el nombre de Ana Ma. de la Torre y Guerrero y ante el altar, al nacer a la Orden Dominicana lo cambió por el de Sor Rosa de Santa María.



Fuente: Sor Ofelia del Castillo, "Breve historia de la fundación de Hermanas Dominicas de Santo Tomás de Aquino" en Vida y obra de la Rvda. Madre Fundadora María Rosa de la Torre Guerrero O.P, México 1967.