Hablar de Santo Domingo de Guzmán es hablar de un joven apasionado por Dios y por las almas. Nació en Caleruega, España, en 1170, y desde muy joven se dejó cautivar por la Palabra de Dios. Su vida fue un sí constante al amor y al servicio, porque entendió que seguir a Cristo es entregar la vida entera.
Dominico significa “perteneciente al Señor”, y así vivió él: con un corazón abierto, alegre y disponible. Domingo no buscaba fama ni riquezas; buscaba salvar almas y anunciar la Verdad, por eso fundó la Orden de Predicadores, conocidos como los Dominicos, cuyo carisma es predicar lo contemplado: rezar, estudiar y compartir lo que se ha descubierto en la amistad con Dios.
Su vocación nació de escuchar el sufrimiento de la gente y del deseo profundo de llevarlos a Jesús. Caminaba con sencillez, predicaba con alegría y siempre irradiaba misericordia. La luz de su entrega fue su sonrisa, su oración constante y su vida pobre y libre, confiando en que Dios proveía todo.
Hoy, Santo Domingo sigue siendo un ejemplo para ti y para nostras:
👉 Que tu vida sea una respuesta generosa a la llamada de Dios.
👉 Que no tengas miedo a entregar tu corazón entero.
👉 Que te atrevas a ser luz y esperanza para los demás.
Santo Domingo de Guzmán nos recuerda que la vocación es una aventura de amor radical. Cuando Dios llama, no pide pedacitos… ¡pide el corazón completo! 💜


