Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santa y Divina Trinidad en tu nombre hemos comenzado este día y en el tuyo lo terminamos, nosotras postradas ante Tí, te damos gracias por todos los favores que hemos recibido durante el día y por todo el mal del que nos has librado, reconociendo que todo lo que tenemos, aún cada respiración de vida es un don de tu paternal bondad.
También reconocemos todos los pecados de nuestra vida porque con ellos te hemos ofendido.
¡Oh el más grande y amable Dios! ¡Oh el mejor y el más tierno de los padres! y así, pobremente, correspondemos a tus innumerables beneficios.
Ten paciencia con nuestras faltas y debilidades y perdónanos por tu Divino Hijo Jesús quien ha ofrecido su preciosa sangre por nuestros pecados. Presérvanos o Dios esta noche de todo mal pensamiento.
Danos tu gracia para servirte mañana con nuevo celo y trabajar incesantemente por nuestra perfección, estamos para retirarnos a descansar pero tú ¡Oh Dios, vigílanos aunque durmamos!. Te pedimos ¡Oh Dios!, que nos libres de todo peligro de cuerpo y de alma durante esta noche.
Aleja de nosotros: enfermedades, quemazones y todos los ataques del enemigo. Haz que descansemos esta noche en paz y mañana nos levantemos llenas de celo para trabajar en tu santo servicio.
En tus manos oh Dios, está nuestra vida y nuestra muerte. Tú sólo sabes si viviremos hasta el día de mañana.
En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu. Santa María, madre de Dios, Nuestro Padre Santo Domingo y todos vosotros ángeles y santos, suplid con vuestra intercesión para que sean aceptadas nuestras indignas oraciones y conseguidnos la protección y asistencia de Dios Todopoderoso.
Oh misericordioso Dios, perdona las almas de los fieles difuntos, los pecados que ellos hayan cometido por humana fragilidad y admítelos en el reino de los cielos.
Esto te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Redentor, quien ha ofrecido su preciosa sangre por ellos, como también por nosotros, Amén.
También reconocemos todos los pecados de nuestra vida porque con ellos te hemos ofendido.
¡Oh el más grande y amable Dios! ¡Oh el mejor y el más tierno de los padres! y así, pobremente, correspondemos a tus innumerables beneficios.
Ten paciencia con nuestras faltas y debilidades y perdónanos por tu Divino Hijo Jesús quien ha ofrecido su preciosa sangre por nuestros pecados. Presérvanos o Dios esta noche de todo mal pensamiento.
Danos tu gracia para servirte mañana con nuevo celo y trabajar incesantemente por nuestra perfección, estamos para retirarnos a descansar pero tú ¡Oh Dios, vigílanos aunque durmamos!. Te pedimos ¡Oh Dios!, que nos libres de todo peligro de cuerpo y de alma durante esta noche.
Aleja de nosotros: enfermedades, quemazones y todos los ataques del enemigo. Haz que descansemos esta noche en paz y mañana nos levantemos llenas de celo para trabajar en tu santo servicio.
En tus manos oh Dios, está nuestra vida y nuestra muerte. Tú sólo sabes si viviremos hasta el día de mañana.
En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu. Santa María, madre de Dios, Nuestro Padre Santo Domingo y todos vosotros ángeles y santos, suplid con vuestra intercesión para que sean aceptadas nuestras indignas oraciones y conseguidnos la protección y asistencia de Dios Todopoderoso.
Oh misericordioso Dios, perdona las almas de los fieles difuntos, los pecados que ellos hayan cometido por humana fragilidad y admítelos en el reino de los cielos.
Esto te lo pedimos por los méritos de Jesucristo Nuestro Redentor, quien ha ofrecido su preciosa sangre por ellos, como también por nosotros, Amén.
